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  1. Después de todo.

    sábado, 25 de abril de 2015

    Comencé a extrañarte sin siquiera haber probado de tu hiel, mi mente, mi cuerpo y mis labios sentían la necesidad por tocarte, por observarte, por protegerte. 
    Yo siempre he sido un desastre, y para ser realista, mi vida se podría definir como un vaivén de inseguridades e indecisiones. 
    Hoy, con la luz del sol entrando por mi ventana podía tener marcado un objetivo, y sin embargo al caer la noche, con la luna posada sobre mi rostro, comenzaban a enmarañarse nuevas inquietudes dentro de mi cabeza.

    Puedo escribir sobre mi pasado y mi futuro en el mismo puto folio. 

    Sentado, con frío, sólo, sin  siquiera saber que ingerir primero, whisky, hachís o unos gramos de nieve seca.  
    Eso es precisamente lo que admiró, se me hace un acto heroico el que tu, intentes adentrarte en mis infiernos sin siquiera pensarlo dos veces, mujer valiente con corazón de ceniza.

  2. Formulario.

    martes, 3 de febrero de 2015

    Amaba todo de usted;
    Esa primer sonrisa al despertar, el tiritar de sus dientes al experimentar el frío por las mañanas, disfrutaba de su dulce aroma y el tacto de su piel áspera (De cocodrilo), esas tardes en el parque, en algún café o en cualquier punto de esta inmensa ciudad. Amaba tanto aquellos días, nuestros días, nuestras risas, nuestros llantos. 

    Realmente era un espectáculo el simple hecho de observar su silueta dirigirse poco a poco hacia este cuerpo desdichado. 
    No he conseguido encontrar en ninguna otra esa forma tan suya, no he logrado hallar a nadie con esa pose de Diva tan segura y arrogante a la hora de seducirme. 

    Amaba esas tardes en casa, claro que, solamente cuando usted me honraba con su presencia, el ambiente fúnebre de aquella estancia merecía realmente el título de "Hogar". Yo amaba justamente eso, el simple hecho de que usted y su presencia me regalarán esa satisfacción y todo ese mar de sensaciones que jamás había experimentado y hasta el momento, no he querido experimentar con ninguna otra persona. 

    La amaba a usted, a nuestros días, nuestras risas, nuestros llantos... Aunque quizá usted no los recuerde.

  3. Metamórfosis.

    domingo, 1 de febrero de 2015

    No hay nada más peligroso que un hombre sin vocación, sin esperanza, sin ilusiones.
    Así me encontraba yo, parado entre las esquirlas de mis victorias, hundido en el pantano de mis recuerdos, navegando entre cientos de promesas y fotos a medio tomar. Me siento frustrado con la vida. Sin esperanzas de encontrar tantas cosas, lo cual a mis veinte años es definitivamente un augurio y reflector de mis bastos problemas psicológicos, tal como la ridícula obsesión de vivir atrapado entre los por siempre de unas cartas viejas sin mencionar aquel estúpido afán de auto flagelarme por alguien que simplemente dice que su mundo ya no soy yo, que ya no existe un nosotros y que difícilmente podría sentirse segura de convivir con mis demonios. 
    Mírame, dudo de mi, de ti, de lo vivido, de lo soñado. Estoy en la cuerda floja, me siento al borde del precipicio. 
    Me encuentro en la baldosa, tratando de leer un libro, mientras que en mi cabeza me sigue rondando la idea de saltar al vacío y dejar atrás una carrera que no me convence ni me llena, estoy dudando acerca de todas aquellas personas que me animan diciendo que mis letras son realmente buenas.
    No sólo dudo de ti y tus "Por siempre juntos", ahora dudo de mis letras, porque digan lo que digan siento que no soy tan bueno. 
    Tengo miedo a enamorarme, a que me lastimen, miedo a cambiar de carrera, miedo a pensar que tal vez no me extrañas a mi, simplemente extrañas a ese alguien (Que bien podría ser cualquiera) que te haga sentir especial, miedo a morir, miedo a vivir, miedo al cambio, a equivocarme, miedo a que me olvides, miedo a ser reemplazado, no soy más que un tipo común y corriente, ahogándose dentro de un vaso rojo lleno de whisky. 


    Mírame, hasta este punto he llegado, dudo de mi, de ti, de lo vivido y lo soñado...

  4. Infernus.

    domingo, 25 de enero de 2015

    Me sentía como un perro mal agradecido aquella noche. Todo sucedió tan rápido y yo estaba consciente de que mi vida daría un giro drásticamente a partir de aquel momento. Las estrellas al igual que mi paciencia y mi sensatez tiritaban en un inmenso silencio, estábamos sumidos en un abrumador vacío. Veníamos de regreso a casa, el reloj marcaba algo así como las 2:30 de la madrugada y hacia demasiado frío. Mi padre y yo habíamos discutido horas antes mientras transcurría un partido de fútbol, pero ni el ni yo le tomamos demasiada importancia, cosa que resulto contradictoria, ya que, de vuelta a casa, retomamos la discusión justo donde la habíamos dejado en aquel momento dentro de la cancha, fue así como poco a poco comenzamos a dialogar e intercambiar puntos de vista de manera cordial, pero conforme el auto avanzaba la plática se tornaba más agresiva al punto en que nuestras voces ensordecían a la fría noche. 
    El argumentaba diciendo que mi vida, mi forma de ser, pensar y sentir eran un completo desastre, e inclusive se atrevió a comentar que aquel desastre y aquella frustración con la vida, la dejaba ver hasta en mi manera de jugar a la pelota, y todo esto lo decía mientras lanzaba ademanes al aire, mientras que yo sólo veía por la ventana del automóvil con aquella sonrisa hipócrita, esa sonrisa que solemos poner para aparentar que estamos bien, aunque en el fondo nos este hirviendo la sangre aunque en mi caso, lo que ardía era el orgullo. Continuamos el trayecto y poco a poco mi paciencia fue agotándose, acepte reproches acerca de mi vida, mi carácter, mi forma de jugar e inclusive me pareció escuchar un comentario acerca de mi más reciente decepción amorosa. Aún con todo y eso, seguí callado, mirando las luces de la ciudad, escuchando el viejo motor del Chevy 94, sosteniendo con gran esfuerzo aquella sonrisa falsa. Yo, de manera soberbia, arremetía de vez en cuando diciendo que mi forma de jugar era buena, y que tal vez el equipo y los jugadores que lo conformaban eran los que no estaban a mi nivel. Y como era de esperarse, la reacción de mi padre fue la de exigir que entregase el uniforme al equipo y me olvidase de la camiseta con el número diez y acto seguido, escuche el peor de los reproches; ¿Como pudiste quedar con el horario de la tarde en la universidad? A partir de ahí, supe que aquella discusión iba a terminar en gritos e insultos. Yo trate de explicar la situación, diciendo que mi promedio se vio afectado por la reprobación de una materia. Pero fue en vano, escuche tantas cosas que realmente me niego a creer, etiquetas que desde luego, no pienso colgarme. Eres un mediocre, un conformista, un pendejo, eres un desastre,  fue así, como entre gritos y ademanes lanzados al aire, explote. Olvide mis terapias con los Neuróticos Anónimos, olvide los consejos del Benja, olvide todo, y desde lo más recóndito de mi ser, lance un grito visceral lleno de rabia y coraje: - ¡Ultimadamente  a mi ni me gusta la puta carrera! Te gustó a ti y a mama.

    Los insultos y los gritos aumentaron. Mi moral se fue al suelo y hasta la fecha no ha podido levantarse, mis demonios salieron a flote, y como de costumbre, yo sigo aquí, en solitario viviendo entre papeles, escribiendo esto para que tu me leas allá afuera. 
    Me sentía como un perro mal agradecido aquella noche... Y los días posteriores a ella.



  5. Variables.

    martes, 20 de enero de 2015

    La vida de Irene al igual que su cabeza, era realmente un puzzle sin resolver. El simple hecho de intentar entenderla era prácticamente una tarea suicida. Irene provenía de la generación de las niñas bien, aquellas que crecieron con la incrédula fe de encontrar en algún punto de su vida a el amor verdadero, el amor a pedazos, el amor a distancia, en realidad no importaba mucho en que presentación llegase, el maldito punto era encontrarlo, que en su triste caso, consiguió hallarlo.
    Tenía grandes sueños al igual que un sin fin de metas fijas para su futuro. Estaban tan fijas que ni siquiera el hecho de haber encontrado aquel amor verdadero fue capaz de ahuyentar esas telarañas que anidaban en su cabeza. Entonces  fue así como aquel futuro, el cual sin darme cuenta ya se encontraba a la vuelta de la esquina, un día sin ninguna explicación decidió arrebatarnos de las manos los momentos y promesas, llego tan rápido y nos mato tan lento, poco a poco, letra a letra, así, despacito y de forma despiadada. Irene era un vaivén de sentimientos, era mi caja de Pandora, al abrirla podía ser capaz de derrochar esperanza y comprensión o por el contrario, era capaz de arrojar las más bárbaras maldiciones. 
    Aunque, así era ella, toda su vida era un sin fin de contradicciones, de variables, de flechas disparadas en todas direcciones y precisamente eso era lo que tanto me cautivaba. Lo que me apasionaba a diario era el hecho de intentar descifrar cada axioma, cada gesto, cada línea de expresión. Ella era mi Irene, mi mar de sensaciones, mi lugar para descansar, mi persona favorita. Al final del día, al llegar a casa, tras besar su frente y observarla a los ojos, llegaba a la irrefutable conclusión de que ella era  la daga de mis heridas, la tinta de mis sonetos, ella era, es y será siempre la loca hecha para este loco.

  6. Amor flaco.

    sábado, 17 de enero de 2015


    Tus ojos brillaban mucho más que aquella farola vieja de aquel parque. El viento era gélido y golpeaba tu melena cual olas a la orilla del mar. Tu cabellera por esos días comenzaba a tornarse larga y alborotada..
    Tus mejillas y tus labios lucían más encendidos, más carmesí. Y yo, ay corazón coraza, yo lucía más agrietado, más cansado, un poco más triste.
    ¿Recuerdas los instantes en los que éramos irrompibles? ¿Recuerdas lo endeble de nuestro cariño? Nada lo doblegaba, ante nadie se marchitaba y no existía distancia que lo agrietara. Y que decir de aquellas citas y aquellas locuras que sí no fuesen por el amor y las mariposas en el estómago serían simplemente nimiedades, insignificancias que el tiempo borra.
    Te observe mientras caminábamos por aquella marquesina sin que te dieses cuenta, mientras sujetabas mi mano de forma tibia y quebrantada. ¿En qué momento dejamos de contar las estrellas del mismo cielo? ¿Cuándo fue que ese mar, ese caudal de sentimientos se transformaron en un ápice de emociones? Y peor aún, ¿Por qué de pronto el nosotros se convirtió en ustedes, en él, en ellos? Tu sabrás a lo que me refiero con estas líneas. Y afirmo que sólo tu lo sabrás, porque existe la certeza de que ni mi cabeza ni lo que esta ocultó bajo mi pecho han conseguido entenderlo amor mío.
    Me detuve un instante para recordar tu aroma, para evocar tus miedos, para quitarle el polvo a tus sonrisas, y fue precisamente en ese momento en el que por más extraño que parezca, empece a desearte más, comencé a añorarte más de lo permitido. Tome tus cartas, tus letras, tus palabras y permití que cada frase, cada te amo, cada por siempre se colara por la rendija de mi corazón, mientras que en aquel viejo reproductor sonaba "No other way" de un tal Paolo Nutini. Fue así como poco a poco, foto a foto, verso a verso, caí en la cuenta de que de un tiempo a la fecha, ni tu ni yo éramos los mismos, nuestro amor comenzaba a dilatarse como mis pupilas, nuestra historia comenzaba a enfriarse como aquel café que algún despistado olvido tomarse por la mañana.
    Pero, ¿Acaso de esto no se trata el amor?
    De apostar y dejar absolutamente todo por el, de estar dispuesto a morir en la última línea por el. De defenderlo a capa y espada, en la distancia, en la cercanía, en las alegrías y en las penumbras. De renovarlo con locuras únicas y placenteras para que este no se marchite, no se arrincone, no se olvide. Pero, lo olvidaste ¿Cierto? O al menos, no lo recordaste a tiempo antes de causarnos tanto daño. Se te fue la pinza y cuando menos te diste cuenta tu, tus ideales de antes y sobre todo yo, pasamos a segundo plano, un segundo plano en el que tal vez no hubiese sido tan lastimoso a no ser porque olvidaste en el, el compromiso y las promesas de años. Y justo cuando caíste en la cuenta de lo que había pasado, abriste los ojos y quisiste correr detrás de aquel tren en el que ya iba yo montado con mi baúl repleto de fotos amarillas y un sin fin de calles que olvidar.
    Amor flaco fue lo que quedo de lo tuyo, de lo mío, de lo nuestro. Un amor flaco, de esos que de tanto amar te dejan en los huesos. Un amor tan frágil y quebradizo que hasta con el más ligero roce de la bruma se des estabiliza. Letras a media tinta, fotos a medio tomar, sueños semi-trazados. Así es como quede y como quedaste, a medias en una ciudad que devora luces y amores verdaderos.
    Te escribo esto para que sepas que te extraño, leerás esto para recordar cuanto me amaste.